Los
orígenes de los actuales bailes folklóricos hondureños se remontan al momento
del contacto con mundo europeo. Las tradiciones indígenas de danzantes y
voladores son reprimidas por la iglesia pero encuentran nuevas formas de
manifestación a través del sincretismo cultural y religioso, esto es, de la
unión de los elementos culturales y religiosos tanto indígenas como españoles,
dando como producto una mezcla de ambas culturas en donde la cultura indígena,
como cultura subyacente, sustituye todo su panteón de dioses por las imágenes
españolas cuyo culto es permitido por los sacerdotes españoles sin percatarse
de que lo mismo es un escape cultural ante la presión de la cultura dominante.
De
esta manera comenzamos a ver ritos indígenas bajo la forma de ferias a algún
santo patrón, tal es el caso del Guancasco y el Baile de Moros y Cristianos en
la región de Intibucá. La Compostura del Maíz es otro ejemplo claro del acomodo
de la fiesta a Tláloc para darle gracias por la cosecha como una feria a San
Esteban para darle gracias por una cosecha fructífera de maíz.
La
danza folklórica hondureña actual, nos llega a través de un proceso histórico.
Está reflejado en nuestras danzas, el vestuario y la música que la han
acompañado. A continuación conozcamos la historia de algunas de las más de 141
danzas con que cuenta nuestro país. Por quien fueron recopiladas e informadas y
de donde son originarias.